Me hace perder ese sentimiento. Esa sensación que de un segundo a otro pasó a ser lo más importante en mi vida, allá arriba invaluable. Y por mucho tiempo me hizo notar el vacío en todo lo demás, lo incoloro, el dolor de ver la propia enfermedad y no poder hacer nada al respecto.
Sigo sin poder hacer nada al respecto, pero creo al menos que ya no es un peso. Un premio que tuve la suerte de sostener pero que se me escapó de mis manos como agua. Ya no es un premio, ya no es agua. Es trabajo.
Y uno de los trabajos más difíciles que pude tener. Donde ser el propio jefe es un arma de doble filo, una sentencia al fracaso. Donde la personalidad es tu peor enemigo.
Aunque suene fatalista, es real. Pasamos mucho tiempo pensando que el mal, está en los demás, en toda la realidad; pero cada uno es su propio mal. Verlo... es bastante molesto. Pero repito, real.
Quién sabe dónde terminara todo esto, qué final tendrá el camino.
Espero que me lleve a casa.
Boards Of Canada: Dayvan Cowboy
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